La etología canina es la rama de la biología de la conducta que estudia el comportamiento del perro, centrándose principalmente en el plano instintivo.
HISTORIA DE LA ETOLOGÍA
Ya Aristóteles, en su Historia Animalium, situaba al hombre en el más alto nivel de la pirámide animal, en una primera aproximación a la teoría de la evolución de las especies.
Pero en el siglo XIII, Santo Tomás de Aquino, filósofo y teólogo, elimina al ser humano de la escala aristotélica, por considerar, bajo la visión religiosa de la época, que las actuaciones de los animales responden únicamente a un ciego instinto natural.
De modo que, hasta el siglo XIX, se continúa considerando la conducta dependiente de dos fuerzas mutuamente excluyentes: el instinto, que obra sobre los animales y la razón, cualidad que diferencia a las personas de aquellos.
La obra de Darwin “El origen de las especies”, publicada en el año 1859 y en la que desarrolla su teoría de la evolución, tuvo una gran influencia en el desarrollo inicial de la etología moderna.
Como quiera que la conducta de los animales es también fruto de la evolución y, por tanto, está íntimamente relacionada con la selección natural, Darwin aplicó sus teorías evolutivas a la conducta y publicó en 1872 “La expresión de las emociones en el hombre yen los animales”. Darwin fue, entonces, precursor del término “Inteligencia Emocional”, hoy tan de moda y base de numerosos estudios y artículos. En la actualidad se practica en la mayoría de los colegios la llamada “educación emocional”. Y, hoy en día, no se entiende el adiestramiento sin considerar la cognición y la emoción en el curso del aprendizaje.
Pero la etología no se reconoce como ciencia hasta 1973, cuando Konrad Lorenz (La otra cara del espejo), Niko Tinbergen (Estudio del Instinto) y Karl von Frisch (Lenguaje de las abejas) recibieron el premio Nobel de medicina por sus estudios del comportamiento animal.
EL ETOGRAMA
La etología canina analiza el comportamiento del perro y lo descompone en elementos sencillos de conducta, analizando cada uno de ellos. De este modo, la etología del perro confecciona el etograma (o inventario de conductas) de su especie.
Para explicar cada conducta elemental del etograma es preciso contestar a las llamadas “4 preguntas de Tinbergen”:
- ¿Qué desencadena y finaliza una determinada conducta?
- ¿Cómo evoluciona la conducta a lo largo de la vida del individuo?.
- ¿En que medida dicha conducta aumenta la eficacia biológica del individuo?
- ¿De qué forma ha evolucionado dicha conducta?.
La primera de las preguntas, QUÉ, se refiere a la motivación de la conducta y se encamina al estudio de los estímulos internos (concentración de hormonas, por ejemplo) y externos (olfativos, visuales, acústicos, etc) que la desencadenan. En el adiestramiento es imprescindible identificar los estímulos que excitan al perro y dosificar su presentación así como emplear los refuerzos adecuados en cada caso para fomentar la esperanza gratificante que hará que el perro desarrolle un gusto creciente por el trabajo.
La segunda pregunta, CÓMO, concierne a la ontogenia de la conducta y persigue describir los cambios de la conducta a lo largo de la vida del individuo y descubrir las causas que originan dichos cambios. Las conductas enseñadas en el adiestramiento pueden sufrir un desgaste de acción que el adiestrador experto sabrá cuidar.
La tercera pregunta, EN QUÉ MEDIDA, apunta al valor adaptativo de la conducta y busca explicar en que forma una conducta aumenta la eficacia biológica de quien la manifiesta (la eficacia biológica es la expresión del número de descendientes producidos por un animal que llegan a la edad fértil). No se considera en el curso del adiestramiento,
La cuarta pregunta, DE QUÉ FORMA, corresponde a la evolución de la conducta por encima del individuo, es decir la forma en que una determinada pauta de conducta evoluciona a lo largo del desarrollo filogenético de una especie. No se tiene en cuenta en el adiestramiento del perro.
ETOLOGÍA VETERINARIA
En 1969 la ciencia veterinaria instaura el término etología veterinaria, refiriéndose a los cambios de conducta que tienen relación con enfermedades.
El veterinario debe estar familiarizado con las pautas conductuales normales de cada una de las especies domésticas a las que trata. A menudo, los problemas que plantean los animales de compañía no son sino la consecuencia de presentar conductas normales en la especie.
En muchas ocasiones, ciertas conductas inadecuadas (las diferentes formas de agresividad, la eliminación de heces inadecuada, el marcaje territorial con orina o el afán destructivo de sus perros) suponen graves inconvenientes para el propietario del perro. Pero en otras, las alteraciones del comportamiento son expresión de enfermedades orgánicas.
El veterinario ha de poseer conocimientos de etología para poder interpretar cuando ciertas alteraciones del comportamiento no son sino síntomas de enfermedades concretas, para así poder establecer el diagnóstico y tratamiento adecuado en cada caso.
Al tiempo que los veterinarios incorporaban los conocimientos de etología al quehacer clínico diario, los entrenadores de perros comenzaron a considerar las ventajas de hacer lo propio para impulsar el adiestramiento y elevarlo a cotas más altas.
Gracias a los conocimientos sobre comportamientos caninos que aporta la etología, el veterinario diagnostica las causas del problema, aconseja las medidas a tomar y medica. El adiestrador maneja al perro y redirige la conducta.
Desde siempre, el perro acompaña al hombre y guarda, caza y pastorea para él. Pero hasta que no se reconoció su verdadero potencial de trabajo no se aplicaron los principios de la etología al desarrollo de otras capacidades.
Hoy en día, gracias a su riqueza de comportamientos, el perro realiza complejas tareas utilitarias: guía al invidente, asiste al discapacitado, patrulla con las fuerzas de seguridad del estado, salva vidas humanas en catástrofes y avalanchas, acompaña a los enfermos y desempeña, en suma, un papel importantísimo en la sociedad.
La etología proporciona al adiestrador la base de conocimiento sobre la que construir una enseñanza encaminada a cualquiera de estos nobles propósitos.